Nos deja Don Carlos, pero su esencia, enseñanzas, legado y recuerdos permanecerán con nosotros para siempre.
A lo largo de su vida, Don Carlos se destacó por ser una persona incansable y servicial, un buen padre, hijo, amigo y esposo. Su dedicación al trabajo y su arraigo a las costumbres e ideales que lo definieron son un ejemplo para todos nosotros.
Don Carlos no solo fue un hombre de familia, sino también un apasionado de la tierra. Su increíble capacidad y sensibilidad para conservar semillas criollas, abonar la tierra, cuidar de sus animales y cosechar cacahuates, son testimonio de su profundo respeto por la naturaleza. Cada acción que realizaba estaba impregnada de amor y dedicación, y su habilidad para tamizar el maíz y enseñar a sus hijos y amigos los procesos de la tierra es un legado invaluable que perdurará en las generaciones venideras.
Agradecemos a Don Carlos y a su familia por ser un pilar fundamental en nuestro crecimiento. Su influencia y su sabiduría nos han dejado una huella imborrable, y su memoria vivirá en cada semilla que plantemos y en cada cosecha que disfrutemos. Sin duda, personas como lo fue Don Carlos, nos inspiran a seguir adelante, a valorar nuestras raíces y a trabajar con la misma pasión y entrega que él demostró a lo largo de su vida.
Gracias, Don Carlos. Siempre estarás en nuestros corazones.